¡Bienvenidos sean el fuego sagrado y el despertar de la luz, que todo lo avivan!. Es el tiempo del resurgimiento, de la expansión, de la fertilidad y de la abundancia.
Es hora de ir saliendo de nuestro capullo y florecer junto a los pequeños brotes de plantas, flores y frutos, que proyectan su belleza y potencial con serena algarabía.
Es hora de brillar, de reír y bailar junto a la alegría colorida que se extiende con este desperezarse de la naturaleza, en donde Ostara, diosa de la Primavera, a quien podemos ver como Artha, diosa de la Osa Mayor, del amanecer y portadora de la luz, ha despertado de su letargo y fertiliza amorosamente los campos y bosques, por medio de su libre y apasionada danza.
¡OH, Artha, amada madre, gracias por compartir tu cálida risa y ligeros pasos!, ¡gracias por iluminar los senderos y energizar nuestros cuerpos!, ¡gracias por tu bendición y protección del fuego, el cual también me habita, porque tú estás en mi corazón!, ¡gracias, porque me has hecho consciente para expandir mi fuego interior, potencial de vida y creación!. Desde hoy he de renacer como un nuevo brote de vida, unida al verdeo de las hojas y al resplandor dorado del Sol.
En este Equinoccio de Primavera, conectamos con el balance de nuestras fuerzas sagradas femeninas y masculinas. Somos conscientes de nuestra oscuridad y de nuestra luz, la que irá creciendo más y más con el avanzar de la estación. Podemos salir de nuestro laberinto interior, de nuestra hibernación, sabiendo que hay una llama radiante, brillando para nosotros.
Qué la rosa, el jazmín y la violeta nos envuelvan en su dulce aroma, que la liebre, el gato y el oso, nos compartan sus dotes de fertilidad, intuición ante el peligro, coraje, vitalidad y fuerza.
¡El dios Sol se ha levantado, ha recuperado las fuerzas perdidas y al fin se vuelve a unir a la Diosa Tierra!
¡Feliz Ostara!