Pasear por las calles no es lo
mismo en estos días, la de por sí ya aburrida ciudad en la que vivo y otras muy
cercanas (y obviamente las del resto del país), tienen como feo papel tapiz
propaganda electoral con exageradas dimensiones (incluyendo las del ego) que no
sólo contaminan el paisaje visual, empeorando la estética pobre de muchas zonas
descuidadas por las autoridades y los propios ciudadanos, también ayudan a
ensuciar sitios que difícilmente se habían mantenido limpios y dañando los que sí
lo estaban.
Para variar se ha sumado el paro de los encargados del aseo municipal quienes exigen sueldos más altos. Sea como sea “el trabajo sucio alguien tiene que hacerlo”, aún así no me imagino a los candidatos tomando pala y escoba barriendo su propia basura provocada por sus propagandas.
Como si fuera poco si vas apurado
te interrumpen queriendo darte panfletos que luego lanzarás al tarro de basura
(u otros más inconscientes que lo lanzarán en la misma calle). Si lo vemos por
el lado positivo es como una aventura en la que tienes que esquivar a
transeúntes zombies y “panfletistas” desesperados por obtener tu voto. Me es difícil no tener un sentimiento paradójico
en el que me río y sorprendo por la estrechez mental que embarga a la
ciudadanía en etapas electorales, obviando lo esencial de la vida, lo precioso,
lo sencillo, lo valioso en verdad. Pues no, parece que enfocarse en asuntos superfluos,
competir, humillar y denostar al otro es lo importante ahora.
A mí lo que en verdad me
importaría en estos momentos y por lo que apelo con ganas, es simplemente no
dañar mucho más nuestro medio ambiente.
PD: No coloco fotos de la situación actual porque no quiero promover a nadie.
1 comentario:
Esther: Gracias por el apoyo, la idea es hacer más artículos pero no he tenido la inspiración necesaria. Ya estoy poniéndome las pilas para ello.
Gracias por pasar y darme tu opinión.
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