En esta ocasión abordamos un tema relevante en estos tiempos, pero sin más preámbulos, ¡qué lo disfruten!


Visita: Pequeña Esperanza
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No puedo creer que la única alternativa a una inminente crisis energética en Chile sea convertir a la Patagonia en una "guitarra eléctrica"-como lo ha expresado de manera tan gráfica un lúcido y valiente senador Horvath-. El "Yo o el caos" ha sido reemplazado por "Nosotros o el apagón".
Sospecho de esas disyuntivas asfixiantes. No se puede pensar bien desde el miedo. La imaginación y la inteligencia humanas siempre pueden encontrar salidas allí donde parecía imposible hallarlas. "Más discurre un hambriento que cien letrados", reza el dicho campesino. Aquí los "letrados" parece que sólo han discurrido un "mal menor".
Si hemos llegado a este escenario fatalista es por una falta de visión y previsión inexcusables, por una flojera intelectual nacional. Tal vez el precio del cobre de las últimas décadas, el flotar sobre plata fácil, nos ha dormido en nuestros laureles. Súmese a eso una clase política que ha privilegiado sus agendas de corto plazo en vez de focalizarse en los temas estratégicos que de verdad importan. Sólo se escuchan ideas hechas y fatalismos en el debate. Falta estudio, investigación, entrar a fondo, de verdad en los temas, y no cuando el terremoto o el apagón o el incendio inminente hacen imposible ver y elegir con calma por dónde arrancar. Nuestra clase dirigente le ha fallado al país al llevarlo a esta pobre disyuntiva en materia energética.
Veo, además, una tendencia a resolver los problemas con megaproyectos desmesurados, una lógica titánica, algo fáustica. Ahí está el Transantiago: qué despropósito, qué monstruoso y mesiánico error. Y ya estábamos con las lapiceras listas para firmar acuerdos para la energía nuclear, cuando una catástrofe en otro país nos salvó de una decisión estratégica por lo menos discutible. Ahora es la geografía de nuestro país, que, mucho más que un mero capital turístico, es nuestra propia alma, la que puede ser irreversiblemente afectada. Claro que no hay soluciones fáciles: celebro y creo en la complejidad de la realidad. Para entenderla y sobrevivir dentro de ella se requiere agudeza, audacia, y no conformarse con empatar con sus variables. ¿No se ha pensado, por ejemplo, en una campaña educacional y de estímulo para ahorrar energía, una tarea que implique un cambio cultural? Se dice que los más pobres legítimamente quieren comprar más, tener más plasmas; que nadie quiere apagar sus computadores y que una cultura del ahorro frenaría el crecimiento económico. Pero ¿de qué sirve esa promesa del edén de país desarrollado (que en algo recuerda el utopismo marxista de una futura "sociedad igualitaria") si esos mismos consumidores compulsivos les dejarán a sus hijos un patrimonio urbano, cultural y ahora también geográfico devastado?
¿Por qué no pensar en un país cuyo rasgo cultural sea la austeridad (no la pobreza), una austeridad que sea nuestra ética y nuestra estética? Pienso en dos ejemplos de arquitectura chilena que asumen la precariedad como posibilidad: el "habitar leve y precario" de nuestra joven arquitecta Cazú Zegers, y el modelo de vivienda social de Alejandro Aravena. Ellos encontraron soluciones donde parecíamos condenados a más de lo mismo. ¿Por qué tenemos que resignarnos a copiar al pie de la letra a otros países en educación, salud, vivienda, etcétera? ¿Por qué Chile no puede encontrar su propia forma de habitar y crecer, a su medida? ¿O tenemos que comer la misma comida chatarra, endeudarnos y levantar las mismas y desmesuradas torres de ciudades y países que no tienen nada que ver con nuestro paisaje?
Aquí faltan estadistas que propongan una visión de largo plazo, pensada desde aquí. ¿Es que acaso no tenemos la energía interior y el coraje que supone un desafío de esa envergadura? Ese sí que puede ser un apagón fatal: el de un país que no piensa, que no investiga, que no inventa; un país sin ser propio.
Puede que la energía nuclear genere menos emisiones de carbono que los combustibles fósiles, pero está lejos de ser limpia. Produce desechos radioactivos y contaminación radioactiva en todo el mundo. La energía nuclear apuesta con la salud de las personas y del medioambiente desde el comienzo de la cadena nuclear – la extracción de uranio. Entonces les arruino la fiesta al contarles sobre mi deprimente visita a Níger, donde las minas de uranio contaminan el aire, el agua y el suelo.
Además, la energía nuclear crea decenas de miles de toneladas de desechos letales, que son radioactivos durante cientos de miles de años. Todavía no se ha encontrado una solución para el almacenamiento seguro de estos peligrosos residuos durante tanto tiempo, que podría incluso extenderse a lo largo de varias eras glaciales.
No existen nuevas tecnologías que ofrezcan una solución a los residuos o que garanticen la seguridad de las plantas nucleares. Aquí es cuando comparto mis experiencia de haber visitado el área que rodea a la planta nuclear de Chernobyl que explotó en 1986 – áreas muy extensas, hasta más de 100 Km. desde la planta, siguen siendo peligrosas para vivir. Y una sostenida sucesión de accidentes en reactores nucleares y en otras instalaciones nucleares nos demuestran cuán vulnerable es esta tecnología.
La energía nuclear suele ser calificada como “la manera más costosa de hervir agua”. A pesar de lo que nos dice la industria nuclear, construir el número suficiente de plantas nucleares para reducir la emisión de gases de efecto invernadero costaría billones de dólares.
Los costos de construcción de nuevas plantas nucleares en Finlandia y en Francia están aumentando. ¡Y estamos tan necesitados de estos recursos para implementar soluciones reales para el cambio climático!
La energía nuclear socava a las soluciones reales al cambio climático al desviar las inversiones necesarias para la implementación de fuentes de energía limpias, renovables y eficientes. La energía nuclear es una mala idea. Y no es un tema muy agradable de conversación en una fiesta."
En Santiago: domingo 20 de marzo
16:00 hrs - Inicio en Bandeja central Alameda con calle Manuel Rodríguez (metro Los Héroes)
Recorrido, en compañía de grupos artísticos y culturales, por el bandejón central caminamos hacia el poniente hasta Cienfuegos. Por Cienfuegos caminamos hacia el norte hasta Huérfanos. Por Huérfanos caminamos hacia el poniente hasta la Plaza Brasil.
17:30 hrs – Acto artístico cultural en Plaza Brasil con la presencia de actores y músicos, tales como Inti Illimani Histórico (trío), Camila Moreno y la banda Los Pata e Cumbia (de la película “Yo Estoy en Dicom”).
18:30 hrs - Cierre
En regiones: Puntos informativos el lunes 21 de marzo
Concepción: 18:30 hrs. Plaza de la independencia.
Temuco: Plaza de Armas Aníbal Pinto desde las 14:00 hrs hasta las 16:00 hrs.
Valparaíso: (por confirmar)
Fuente Greenpeace Chile
"Debemos luchar contra el espíritu inconsciente de crueldad con que tratamos a los animales. Los animales sufren tanto como nosotros. La verdadera humanidad no nos permite imponer tal sufrimiento en ellos. Es nuestro deber hacer que el mundo entero lo reconozca. Hasta que extendamos nuestro círculo de compasión a todos los seres vivos, la humanidad no hallará la paz". (Albert Schweitzer)
Se había salvado de milagro hasta ahora. No estaba en el ojo de la avidez inmobiliaria ni en las prioridades de una élite política ignorante e insensible al deterioro urbanístico y patrimonial, que ha terminado por devastar todo lo que costó tanto crear y cuidar. Pero era inevitable que este momento llegara: el Parque Forestal, tal vez el más noble y original de nuestros parques urbanos, empezó a "interesar" a esta legión de nuevos iluminados que afean y arruinan todo lo que tocan.
Se les ha ocurrido la brillante idea de poner cemento allí donde la prioridad deben ser los árboles y sus raíces, esos 7.700 árboles que vinieron desde los viveros de don Salvador Izquierdo en la Quinta Región, o las palmas chilenas donadas por don Ascanio Bascuñán, dueño de la hacienda de Ocoa, o los 300 plátanos orientales que se abrazan y dialogan con la luz y con el río. Eso era en 1910, y nombro a esos vinosos señores, porque entonces teníamos una élite ilustrada, visionaria, creadora de espacios públicos, empresarios que donaban árboles a la ciudad naciente, con un sentido de gratuidad y amor a la belleza, hoy inexistentes. Vivimos en tiempos de la avidez y el pensar calculante que, unidos a la ignorancia y desconocimiento total de nuestra propia historia, y desamor por la propia ciudad, producen esa combinación fatídica que encarna en una nueva élite (la de hoy) que "desprecia cuanto ignora". Comparemos sólo el tonelaje de las autoridades del centenario con las de hoy. El impulsor de la creación del Parque Forestal en los terrenos correspondientes al antiguo cauce del Mapocho, don Paulino Alfonso, abogado y poeta, experto en temas económicos pero también miembro de la Academia de la Lengua, traductor de teatro, director de la Compañía de Electricidad, miembro de la Comisión de Bellas Artes. ¿Quién de los que hoy deciden nuestro futuro urbanístico, cuántos de nuestros legisladores, qué intendente o alcalde -ni qué decir concejales- reúne esos saberes, pasiones, cruces propias de una clase dirigente que soñó, pensó e hizo este país desde una sensibilidad humanista, y no desde un eficientismo ramplón? ¡Pobre Chile, pobre Santiago, en qué manos has estado y sigues estando! Lo mejor de ti fue creado por paisajistas, arquitectos cultos y sensibles, y ese tesoro invaluable es administrado hoy por tecnócratas, burócratas y políticos que no conocen los nombres propios de tus árboles, que nunca han leído las novelas y cuentos de Giaconi, Lafourcade, Edwards, que jamás han escuchado un verso de Lihn, ni saben quién fue el Chico Molina, y que, por lo tanto, no podrán amar este Parque con toda su leyenda urbana como para defenderlo de las aberraciones y de la devoción por el cemento. Guillermo Renner, el paisajista que heredó la posta de Emile Dubois y cuya misión fue cuidar el naciente Parque Forestal, perseguía con su bastón a los que arrancaban las flores y hojas de los sagrados árboles recién plantados. Décadas después, ya no basta con levantar el bastón para espantar al lumpen o a los indolentes ciudadanos. Ahora hay que enarbolar los bastones para cuidarse de las autoridades que mancillan la memoria de sus egregios antecesores. Pienso en esta hora en nuestro gran Pedro Prado, poeta y arquitecto (del que se acaban de reeditar sus obras), que con Julio Bertrand creó el palacio del salitrero Augusto Bruna, que todavía sobrevive en Merced 230, frente al parque, muy cerca de la fuente alemana, cuyo entorno hoy de árboles y pasto será aplanado por baldosas. ¿Para qué? ¿Hay un solo arquitecto y poeta en el municipio o la intendencia de la talla de nuestros fundadores que tenga la autoridad para tocar uno solo de los árboles y senderos de nuestro Parque Poema? ¡Oh, fantasmas de nuestro ilustre pasado, los invoco en esta hora difícil, ilumínennos para salvar sus sueños de los depredadores del presente!
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