Pese a que Danco tuvo una vida llena de decepciones y complicaciones, también sé que en sus años mozos le encantaba ir a correr al parque, era como una gacela, aunque sin su estética esbelta y largas piernas -me río para mis adentros-. Aunque nunca le vi en esos momentos de placentera libertad, seguro que se sentía de lo más emocionado y contento. Ya lo escucho vociferando alegre: “¡Más lejos, corramos más lejos!”, pues sus patas cortas y su pancita de flojo, no le impedirían disfrutar al máximo esa tan divertida salida. Me pregunto, si hubiese sido un niño, ¿luego de correr pediría un helado?, ¿o jalaría afanado la mano de sus padres para que apresurasen el paso, ya que ahí, cerca, hay columpios, una paloma o un árbol curioso que ver? Habría querido que esos momentos de eufórico entusiasmo se hubiesen repetido con mayor frecuencia o que ahora pudiésemos ir juntos a correr… Pero no se puede, sus caderas están debilitadas, su respiración a veces es algo forzosa y me preocupa su corazón. No debe agitarse mucho. Tuve antecedentes de cardiopatía y de asma en mi niñez, así que empatizo con este punto. Por más que quisiera correr lejos, me cansada, como sé que hoy le pasaría a Danco. Por eso es bonito verle correr feliz cortos tramos cuando alguien le llama, o cuando se emociona porque mi madre ha ido a verle. Él no sabe que ya no está en edad para sobre-exigirse; él mantiene su alma jovial, su esencia pura e intacta como desde el principio de los tiempos. Tiene los mismos ojos grandes, marrones, profundos y expresivos, que te hablan en silencio. Él quiere incondicionalmente, aunque te equivoques, y yo, cada día le quiero más.
Pero hay dos dudas que me asaltan: Quiero saber “¿Danco, eres feliz?” y “¿Te duele el pasado?”, y aunque sé que los perros no recuerdan de la misma forma que nosotros, tienen memoria y traumas. Para ser justos, sus anteriores dueños trataron, pero no fue suficiente. Algunos de los integrantes le dieron cariño y atenciones básicas, pero se descuidaron demasiado en algunos aspectos. De verdad deseo que esos dolores estén superados, para que viva sus últimos años con la mayor de la paz y felicidad posible...
Una vez escuché o leí a alguien entendido en la temática, decir que los perros y gatos, e incluso otros animales que están cerca de las personas, son nuestros hermanos menores, que están aprendiendo de nosotros, para en una futura encarnación, nacer como seres humanos. Cierto o no, me da para pensar. Ojalá tenga una mejor vida luego, como otro perro, como un caballo, un león, un hombre o una mujer. Sea lo que sea próximamente, espero que halle la dicha, que aprenda mucho jugando y teniendo relaciones interpersonales gratificantes. ¿Nos volveremos a ver? No sé, pero mientras tanto disfruto su presencia hoy; su mirada honesta, su vínculo amoroso y leal, sus patas pesadas y algo malolientes, su obsesión gatuna y su ruidosa forma de comer.
No sólo es una responsabilidad, es un ser con quien compartir la vida y estoy agradecida de que sea parte de mi hogar. Y además de ello, a mis ojos ¡es un modelo muy guapo! ¿a poco no se ve atractivo en las fotos? ; ) Bueno, bueno… ¿Una belleza exótica? jajaja.