¡Y al fin has llegado, amado maestro!, si lo he hecho bien, me abrirás la puerta hacia el misterio, hacia la laberíntica y profunda bóveda de tus ojos, a la cual he de entregarme por entero, sin protestas ni reservas, desnuda e indefensa si quiero adentrarme de verdad. Porque de ti aprendí, que no se puede avanzar hacia nuestro Real Ser con la máscara del día a día; he de caminar sin armas y sin expectativas, para hacer de este viaje, el más honesto en medio de tu noche invernal.

Este día es el más corto y la noche es la más larga…¡Qué la magia de Yule haga lo suyo! No me saquen de este trance hipnótico, porque he oído el llamado del indomable espíritu del invierno. Escucho a los vientos precipitarse en un abrazo sagrado y bestial a mi alrededor. Y sé que el silencio también vendrá en un intento de enseñanza y cobijo... Contemplaré directamente al abismo en mi, veré los reflejos del inconsciente y me desharé de toda carga inútil.
¡Amada y divina Danu! Ven conmigo hacia lo alto. Toquemos juntas la primera brisa de Yule, porque contigo el camino es brillante y seguro. ¡Que la salvia, el pino y el copal junto a tu risa amorosa, y fresco aliento, me envuelvan y purifiquen por dentro y por fuera! ¡Ayúdame a dejar ir como cenizas en la ventizca, todo el dolor, la tristeza y lo insando…! ¡Abro mi corazón al toque materno de tu mano! ¡Qué tu luz me llene y qué tu sabiduría me oriente! Te lo agradezco desde el alma.
¡Feliz Solsticio de Invierno, Feliz Yule!